Seguridad ante todo

 

 

La actividad física durante y después del tratamiento del cáncer puede ayudarte, pero es importante garantizar que se realiza con seguridad.

 

Estos son algunos consejos básicos de seguridad durante la actividad física.

 


Cualquiera que sea tu nivel actual de condición física, aumenta la actividad lenta y gradualmente.
No inicies actividades si no te sientes bien o tienes algún síntoma nuevo que te preocupe.


Si tienes problemas óseos, evita la carga excesiva de peso, la actividad de alto impacto y las actividades en superficies irregulares.
Lleva calzado adecuado para la actividad que estés realizando.


Si entrenas al aire libre, presta atención a tu entorno y protégete del sol.
Mantente hidratado antes, durante y después de la actividad.
Repón energía después de la actividad con un refrigerio saludable, si es necesario.


Detén tu actividad y habla con tu médico si:

  • Te sientes mareado
  • Sientes el corazón acelerado o dolor en el pecho
  • Dificultad para respirar
  • Dolor óseo o muscular inusual
  • Dolor de cabeza que no desaparece
  • Tienes cualquier otro síntoma inusual


En algunos casos, es posible que debas evitar ciertos ejercicios. Habla con tu médico para que te aconseje antes de comenzar la actividad física.


 

Durante el tratamiento, debes tener en cuenta algunos puntos de seguridad adicionales al planificar tus actividades físicas.


Cirugía

Es posible que tu médico te recomiende alguna actividad física antes de la cirugía para facilitar la recuperación. Después de la cirugía también es beneficioso realizar alguna actividad física ligera tan pronto como sea posible para ayudar a reducir el riesgo de complicaciones, como la aparición de coágulos de sangre. Sin embargo, con algunas operaciones, es posible que se deban evitar realizar algunas actividades en particular. En cualquier caso, habla con tu cirujano o fisioterapeuta para que te aconseje qué evitar y durante cuánto tiempo. Tu fisioterapeuta también te facilitará ejercicios específicos para hacer en casa.


Quimioterapia

La quimioterapia reduce temporalmente la velocidad a la que la médula ósea produce los glóbulos rojos, glóbulos blancos y plaquetas, lo que aumenta el riesgo de:

  • Anemia: es posible que te sientas cansado y sin aliento incluso cuando realizas una actividad física ligera. Si bien es posible que puedas realizar actividades sencillas del día a día, es importante descansar cuando sea necesario hasta que la condición mejore.
  • Riesgo de infección: Durante este tiempo, tu médico puede recomendarte evitar los lugares públicos concurridos, incluidos los gimnasios. La prioridad es minimizar el riesgo de infección, pero es posible que puedas realizar actividad física en casa o al aire libre.
  • Hematomas y sangrado: En este caso, tu médico puede recomendarte que hagas ejercicio suave y evites las actividades de alto impacto hasta que tu recuento de plaquetas vuelva a la normalidad.

Radioterapia

A menudo puede causar reacciones en la piel y/o sensibilidad en la piel que puede doler al contacto. Por lo tanto, usa ropa holgada durante el ejercicio para evitar el roce excesivo. También es posible que debas evitar nadar, ya que los productos químicos para piscinas también pueden irritar la piel.

Algunos efectos secundarios del tratamiento y otras condiciones médicas pueden afectar al tipo de actividades que puedes realizar. Es importante que comentes los efectos secundarios y cualquier condición médica con tu médico, para que pueda hacer las modificaciones apropiadas en el tipo de actividad, la duración y la intensidad para asegurarse de que tus actividades continúen contribuyendo a tu bienestar.

A continuación encontrarás algunos efectos secundarios del tratamiento o de la propia enfermedad, pero no es una lista exhaustiva de efectos secundarios, si tienes alguna pregunta específica, habla con tu médico.


Linfedema

Algunos tratamientos pueden causar una acumulación de líquido en ciertas partes del cuerpo, lo que se denomina linfedema. La actividad física puede ayudarte a controlar el linfedema, no obstante, habla con tu médico o especialista para que te aconseje y considera lo siguiente:

  • Usa una venda de compresión adecuada durante el ejercicio y aumenta el ejercicio lentamente con la extremidad afectada.
  • El entrenamiento de fuerza es seguro, pero evita los movimientos pesados ​​y repetitivos con la extremidad afectada.
  • Evita las posiciones prolongadas durante la actividad, como el ejercicio de plancha.
  • Los estiramientos suaves, caminar, nadar y hacer yoga también pueden ser beneficiosos para promover el drenaje de líquidos.

Problemas cardíacos y pulmonares

Si tienes problemas cardíacos o pulmonares preexistentes o los has experimentado debido a los efectos secundarios del cáncer y su tratamiento, habla con tu médico y obtén autorización médica antes de comenzar un programa de actividad física. En cualquier caso, para la mayoría de las personas afectadas, la actividad física es segura y beneficiosa.


Problemas óseos

Evita las actividades físicas de alto impacto (incluidos los deportes de contacto y relacionados con correr) si tienes cáncer en los huesos o una alteración de los mismos, ya que éstos aumentan el riesgo de fractura. Procura evitar también los movimientos repetitivos de la extremidad afectada. Algunas personas tienen un mayor riesgo de fractura que otras, así que tu médico te aconsejará qué actividades son seguras y cuáles debes evitar. En la mayoría de los casos, suele ser seguro comenzar con actividades de bajo impacto, como caminar, subir escaleras, nadar e ir en bicicleta.


Daño en los nervios

Algunos tratamientos pueden causar daño en los nervios que controlan la sensación y el movimiento en los brazos, las manos, las piernas y los pies (también llamados nervios periféricos). Los síntomas comunes incluyen hormigueo y entumecimiento, pérdida de fuerza muscular y alteraciones en el equilibrio y en la coordinación. Si bien una pequeña cantidad de entumecimiento en los dedos de las manos o los pies puede no afectar tu capacidad para realizar actividades livianas, si tus piernas y brazos se ven afectados o si tienes dificultades para mantener el equilibrio, entonces debes evitar actividades que dependan del equilibrio y la coordinación. Éstas incluyen caminar y correr a paso ligero; en cambio, concéntrate en actividades de bajo impacto, como nadar o ir en bicicleta. Si las manos se ven afectadas, sostener pesas también puede convertirse en un desafío; sin embargo, las bandas de ejercicio pueden ser una alternativa de entrenamiento de fuerza.


Estoma

Si te han colocado un estoma, necesitarás un tiempo para adaptarte y aprender a manejarlo durante la actividad física. Tu médico o enfermera/o podrá guiarte sobre cómo hacer ejercicio con un estoma y aconsejarte sobre cualquier actividad que inicialmente debas evitar.


Fatiga excesiva

  • Controla los niveles de fatiga y reduce la duración de la actividad.
  • Si la fatiga es persistente, intenta realizar actividades ligeras de corta duración (5 minutos) repartidas a lo largo del día.
  • Evita las actividades de alta intensidad durante los períodos de fatiga. Escucha a tu cuerpo y descansa si es necesario.

Empeoramiento del dolor

Controla los síntomas y modifica la actividad según el lugar de tratamiento. Por ejemplo, evita las actividades aeróbicas de alta intensidad después de una cirugía pulmonar; evita los ejercicios abdominales después de la cirugía gastrointestinal. Si el dolor persiste, suspende la actividad y habla con tu médico.


Caídas

Evita actividades que requieran altos niveles de equilibrio y coordinación (por ejemplo: cinta de correr, ciclismo al aire libre). Incluye ejercicios de fuerza muscular, equilibrio y coordinación.

 

Consideraciones para el cáncer avanzado
Para las personas con cáncer avanzado, la actividad física también es segura y tendrá muchos beneficios, entre ellos, reducción del cansancio, mejora del apetito, aumento de la salud ósea y mejor capacidad aeróbica y fuerza muscular.

Al igual que con cualquier programa de actividad física, comienza por sentarte menos y moverte más, especialmente en casa. Cuando te sientas preparado, comienza con caminatas cortas, aumentando gradualmente la cantidad que haces. Esto desarrollará lentamente un nivel de capacidad aeróbica que respaldará las actividades diarias, como vestirse o hacer las tareas del hogar. Incorporar algo de entrenamiento de fuerza desarrollará aún más tu capacidad y ayudará con las tareas más pesadas, como entrar y salir del baño o subir escaleras.

 

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