Alta médica

 

 

Es natural estar nervioso por comenzar o reanudar un programa de actividad física, así que pregúntale cualquier inquietud que tengas a tu médico. Si te preocupa estar demasiado cansado o lesionarte, puede ser interesante hablar con un profesional del acondicionamiento físico que pueda brindarte consejos y orientación adicional sobre la duración, la intensidad y la técnica de la actividad. Los estudios muestran que incluso una pequeña cantidad de actividad es mejor que ninguna.

Ten en cuenta que algunos gimnasios o centros deportivos, pueden solicitarte que completes un cuestionario previo al inscribirte en sus instalaciones. En este caso, puede ser útil proporcionar una copia de la autorización médica al profesional del ejercicio como referencia. Algunas instalaciones también requerirán exenciones firmadas o formularios de liberación antes de que puedas comenzar a hacer ejercicio.

Tu médico te proporcionará la autorización y te dará consejos sobre actividad física en función de tu historial médico y estado de salud actual. Ten en cuenta que en combinación con una alimentación saludable y una salud mental positiva, la actividad física regular antes, durante y después del tratamiento puede:

 

 

Reducir la fatiga y el cansancio relacionado con el cáncer: y puede ayudar a mejorar los niveles de energía y los patrones de sueño.


 

Mejorar la salud cardíaca y pulmonar: la actividad aeróbica puede ayudar a combatir algunos de los efectos adversos del tratamiento del cáncer.


 

Mantener un peso saludable: la fatiga relacionada con el cáncer combinada con niveles de actividad más bajos de lo habitual puede provocar un aumento de peso.



Ayudar a reducir el riesgo de desarrollar problemas en las articulaciones. Aquellos que pierden peso durante y después del tratamiento del cáncer pueden beneficiarse del entrenamiento de resistencia para ayudar a recuperar los músculos y la fuerza.



Mejorar el estado de ánimo: muchas personas se sienten abrumadas después de un diagnóstico de cáncer y durante el tratamiento, lo que a menudo genera sentimientos de incertidumbre, ansiedad y depresión. La actividad física, puede ayudarte a mejorar la confianza y el estado de ánimo.


 

Mejorar la salud de los huesos: el entrenamiento de resistencia y las actividades aeróbicas con peso ayudarán a mantener los huesos fuertes y reducirán el riesgo de desarrollar osteoporosis.


 

Mejorar la movilidad y el equilibrio: facilita la capacidad de reacción ante un traspiés. Además, aumentarán tus reflejos naturales haciendo que el cuerpo se mueva al unísono.



Reducir el riesgo de otros problemas de salud: la actividad física regular puede ayudar a controlar y reducir el riesgo de desarrollar otros problemas de salud que pueden ocurrir debido al impacto a largo plazo del cáncer y su tratamiento (enfermedades cardíacas, diabetes y accidentes cerebrovasculares).

 


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